Tuesday, December 2, 2008

Dicen que murió - Cuento corto por V.Almandoz

Esa mañana Tomás no despertó, había muerto. Fue una dulce muerte. Ocurrió mientras dormía, eso dicen. La policía tuvo que echar la puerta abajo ya que estaba asegurada por dentro y tenía la cadena puesta. Aun estaba dentro de sus cobijas, perfectamente tapado, las colchas no tenían una arruga. Pareciera que se hubiera metido dentro de su lecho como una carta de amor dentro de un sobre perfumado. Al levantar las sábanas para examinarlo los doctores encontraron que se hallaba bañado en su semen. Había muerto como siempre deseó, haciendo el amor a una sirena encantada en algún lugar remoto de su quinta conciencia. Si hubo algo que siempre gozó, fue hacer el amor como si fuera un arte, como leer un buen libro o como tener una conversación inteligente con una copa de un buen tinto. Había muerto en su ley, y cada acción en su vida estuvo encaminada a ese dulce final.

La policía y los detectives abarrotaron los pasillos del departamento, fotografiaron todo, cercaron ciertas àreas del lugar con cinta roja, y luego se lo llevaron. Luego, màs tarde llegaron los familiares y amigos. Pero había màs libros que gente, estos eran los frágiles testigos de una vida de difìcil, siempre cambiante,. Ahora él desde algún lugar, miraba con recelo a cada persona que ojeaba sus tesoros.

Se decía que fue un buen hombre, un buen padre y un desatino como esposo. Se decía que nunca se dejó vencer por las circunstancias del destino, nunca se doblegó y siempre luchó por la verdad, que él decía, nadie poseia. era fèrreo y un verdadero guerrero. Orgulloso, colérico, apasionado, intelectual, espiritual, cariñoso… adjetivos que ahora lo hacían sonreír. Èl solo decía ser el màs fiel de los amigos y el màs dulce de los amantes.

Había lágrimas en el recinto, se hablaba a susurros y no se perdonaba el licor fuerte. Había pedido que se le incinerara y que se brindara con tequila el día de su muerte. Se lloraba por que si algo dio a la vida, fue una entrega total y un amor inconmensurable e incondicional por sus seres amados, aunado a una exigencia con el ser humano que lindaba con el perfeccionismo. Si tuvo enemigos fue por celos, si mucha gente no lo quiso fue por sus exigencias, pero nadie dudaría jamás que no dijo todo lo que sabía, y que muy poco se llevò consigo al lugar que él llamaba, sus salones de Amenti.

Esa noche, la de su muerte, él recordó todos y cada uno de los detalles de su vida, revivió cada instante de sus decenas de años en un ensueño de unas pocas horas. Condensó su vida, la revivió, la sintetizò, gozó, lloró acongojadamente cada uno de sus muchos pesares, caminó por la antesala del final acompañado de los que partieron antes que èl. Recordó que esa última noche libó hasta saciarse sin caer borracho, comió los mejores manjares, sintió el màs bello sentimiento de amor.

Luego fornicó con una hermosìsima desconocida hasta no poder más llegando al orgasmo con el cuello erguido, oteando el infinito, sobre una mujer de senos y caderas voluptuosas, pegados vientre a vientre, con su miembro firmemente hundido en esa abertura celestial, entregando su alma en esa acción y uniéndose para siempre a esa luz que lo esperaba allá arriba, desde hacía un tiempo infinito. Habìa preparado su partida. Recordò que había sido un buen sexo, pero el amor no había estado presente. Al irse esa bella mujer, se quedó solo de nuevo con sus pensamientos… se sentía satisfecho… pero sentìa algo en su corazón que no lo dejaba dormir.

¿Quién era él? Quizá un desconocido en esa tierra pero un ser único en ese universo que él mismo creò, CONOCIA mucho sobre este lugar llamado Tierra, sabìa mucho y ENTENDÌA, ah! pero todo lo redondeaba ese AMOR que lo llenaba de cabeza a pies. Y al final descubrió algo fantástico y ese algo ya no lo quiso compartir, había dado mucho. Tanta energía dejò su ser para perderse en el vacío y nostalgia de ese mundo que lo rodeó, que ya no tenía nada que dar. Simplemente había que ofrecerse completo al fuego de la vida para alzarse al viento de la muerte, y partir.

Si, partió solo, exactamente como había llegado a este mundo, solo como tantas veces permaneció observando su destino, partió desnudo por que desnudo arribó. Sus ojos habian estado abiertos y fijos en un punto que no se enfocaba en ese recinto, mirando más allá. Sostenía un rictus semejando una sonrisa, pero no era eso, parecía más bien una dulce mueca de burla y sarcasmo. Quizà se mofaba de la miseria, equivocación, mentira y odio del que fue testigo, pero también de cuanto aprecio se alimentó su alma. Quizà todo ello fue más de la que pudo soportar, pero siempre consideró que existía en èl una incomprensible permanencia del perdón.

Miraba a lo lejos, el camino a recorrer, y se intuía que lo hubiera estado midiendo, en su ancho y en su largo hasta donde su mente lo percibiera. Sus fosas nasales haìa estado expandidas como si en un último momento hubiera tomado mucho aire, el último aire de su vida. Y de seguro entregándolo lentamente en un desesperado intento, de entrega al viento, como lo hacìan los sacerdotes y faraones egipcios al morir.

Fue su despedida y su burla a los tabúes de la sociedad. Era el último acto de mofa a los que lo habìan rodeado, una ùltima broma, con su peculiar humor negro. Sencillamente habia ofrecido todo ese preconcebido final como una sorna a la fantasía de vivir. En realidad había partido a su manera, con la certeza de saber que él había sido conocido por su forma, su estilo, más no por su conciencia del mundo, ni por su alma ni su hermoso brillante espìritu. Él sabía que los que conocían lo entenderían, pero no murió para nadie ni por nadie, sólo consideró que ya era suficiente. Habìa muerto como lo hacen los maestros, sòlo con el deseo, y la satisfacción de la experiencia completada y de la razón de vivir finalizada.

Tomás habìa partido para no retornar, su esposa y sus hijos lo extrañarían y sufrirían su ausencia por un tanto más. La ley de la vida. Pero él no estaría solo nunca más, había regresado con los suyos, abrazaba a su padre, a su abuelo, a todos los que lo antecedieron y que èl alguna vez amara. No miraba hacia atrás, ya no recordaba tristezas, la pasiòn se había ido con él y ya no era dependiente de otros, estaba en èl. ¿Dios? ¡Claro! Estaba con él, como siempre lo estuvo, era su verdadero padre, su verdadero hermano, su amigo, y en Él estaban todos incluidos, su madre, su esposa, sus hijos, nietos y bisnietos, su pasado y su futuro. ÊL era èl, y èl estaba en ÈL. Eso también lo supo.

Habìa unido el tiempo en una mirada, en un entender. Había partido para no volver en cuerpo, pero permanecería alrededor de todas esas gentes en alma. Ya no más dolor, lágrimas, ausencias y abandonos. A partir de ese momento él era uno con todos, como siempre lo había sido. Había muerto, y nunca más aspirarìa el aliento de su amada, sentirìa su perfume, ni acariciarìa y saborearìa los pliegues de su piel. Ya no respirarìa el aire frío de las montañas, ni el yodo del mar. No caminaría por los prados ni las arenas, ni vería los ocasos ni amaneceres. Nunca más lloraría mirando el infinito, ni reiría ante la simpleza de sus hijos y nietos.

Todo se había consumado, el ciclo había terminado, como tantas veces imaginó había sido el fin de los seres amados que le antecedieron. Ahora su mente era parte de una mente màs grande, màs completa, con Dios. Vivirìa en otra dimensión, en otro mundo y desde allì èl asumirìa la responsabilidad de velar por sus hermanos por AMOR, ese sentimiento que èl supo le salìa a raudales por todos sus poros. A partir de este momento compañaría a la siguiente generación para inspirarles el entendimiento de la muerte y de su inexistencia. Les explicarìa durante sus sueños acerca de energìas transformadas y recuerdos completos, sentimientos plenos y un amor verdadero. Dijo adiós con la enorme alegría de haber cumplido con lo encomendado al llegar a la vida. Si, esa vida que se sostiene por la muerte, como alguna vez lo leyó y alguna vez lo escribió, y siempre lo sintió.

Ahora estaba en un mejor lugar, pero no se habìa ido. Su memoria perdurarìa y su amor prevalecerìa, pero ¿Cómo fue toda su experiencia realmente? Solo lo sabìa èl y lo llevarìa en su memoria para siempre.

V.Almandoz.

Diciembre 2008

2 comments:

Anonymous said...

muy bonito papa...

Anonymous said...

muy bonito papa