Monday, February 9, 2009

EL PRINCIPIO UNICO


Una de las preguntas más importantes que tenemos como género humano es encontrar una respuesta acerca de nuestro origen. Quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestro destino final. Para entender quienes somos debemos de conocer primero de dónde venimos, cómo fuimos creados y por supuesto, quién nos creó. Esto implica por supuesto tratar de conocer acerca de Dios, si eso es posible. Una enorme y casi imposible tarea en verdad. Esta exposición no es de ninguna manera religiosa y no intenta ofender las creencias de nadie. Si por favor cree que podríamos ofenderlo no continue. Gracias.

En este primer Podcast, usaré como fuente la información proveniente de nuestros hermanos mayores, los Ayaplianos, seres de dimensiones superiores, que están canalizando información de nuestros orígenes a través de mi hermana espiritual Franca Shramm la cual la comparte conmigo desde el Brasil, desde hace varios años. Los Ayaplianos son nuestros hermanos mayores, somos nosotros mismos en nuestros orígenes y ellos que nunca nos han abandonado, vienen a manifestarse y rescatarnos finalmente de la oscuridad en que nos encontramos aprovechando los grandes acontecimientos y sincronicidades cósmicas que se avecinan en los próximos años.

Desde mediados del año pasado he leído y releído el primer libro llamado “El Ser Uno” y solamente cuando lo terminé y empecé a leer el segundo llamado “El Planeta Tierra”, o Tera como le llaman nuestros hermanos, fue cuando las CLAVES codificadas en el libro I, e insertadas en mi durante esos estudios, comenzaron a abrir las puertas que se encontraban cerradas en mi subconsciente y empecé a recordar… poco a poco.

Fue entonces cuando recién me sentí con la tranquilidad de poder compartir con ustedes estos mensajes y tratar de traducir y simplificar su contenido para hacerlo más viable de entender a todos los escuchas y lectores, cada uno en su propio nivel evolutivo. Esta transmisión verbal será puesta en mi Blog “Verdades a Medias” este mismo fin de semana, y posteriormente será material a utilizar en los “grupos de estudio” que pienso iniciar antes de que el año acabe.

Para que ustedes puedan entender a Dios, el Principio Único, primero deberán comprenderse a sí mismos. El Principio Único significa origen. Todo lo existente fue creado, emanado y realizado a partir de una única fuente: un núcleo, un centro, desencadenándose correlativamente la necesidad y el deseo de crear La Vida. Una vez creada, la vida fue eterna. Él es vida. Y cuando hablamos de vida, nos estamos refiriendo al creador. Nosotros lo conocemos como el Principio Único; ustedes le dan el nombre de Dios. Todo lo creado deriva de esa fuente; de ahí salimos y ahí regresamos. ¿Quién lo creó? ¿Cómo se formó? ¿De dónde proviene toda la creación?

Todos ustedes quieren respuestas y piden por ellas, porque así está hecha la realidad en que viven. Las respuestas no los ayudarán a entender el proceso universal. Ustedes no necesitan respuestas: lo que requieren es despertar de la vida ilusoria en que viven y entrar en sus propias mentes, para poder comprender la grandeza de lo que estamos expresando. Como es adentro es afuera, como es arriba es abajo, ese es uno de las grandes verdades del universo. Recuerden el Kibalión.

El Principio Único simplemente Es. Y partiendo de este punto se creó todo lo demás, pero antes de él existió otra necesidad que lo impulsó a ser infinito, sin principio ni fin.

Cuando Él tuvo conciencia de ser, automáticamente puso en movimiento un mecanismo, activando un dispositivo de necesidad, creando la forma, el signo, la vibración, el ritmo, los colores, etcétera. La máquina universal comenzó a funcionar con perfección y no paró nunca más. Esa necesidad creaba, expandiéndose de tal forma que no cabía en su estructura.

El movimiento automático generaba un calor tan intenso que comenzó a fundir todos esos elementos: signo con forma, color con vibración, estructura con ritmo, ritmo con cadencia, y así infinitamente. El Principio Único se vio en la necesidad de crear el orden, porque ya no podía contener tanta creatividad en sí mismo, pues esta escapaba de sus propios límites y posibilidades.

Entonces creó a un ser a imagen y semejanza, lleno de luz, de cristales puros y diáfanos, de colores refulgentes, ritmo y vibración perfectos. La forma de ese ser correspondía a la voluntad y deseo del creador. Él era pensamiento y, al igual que su hacedor, imaginaba y creaba lo imaginado. Él vivía en la mente, donde su pensamiento no tenía fronteras. Él era el hijo del Principio Único, por lo tanto, de la mente universal.

Esto quiere decir que el Principio Único es mente, y está compuesta de cristales con manifestaciones de sus características armónicas antes descritas. El ser creado a su imagen y semejanza es su HIJO, el cual aun cuando está compuesto de los mismos elementos y vive dentro de la mente, es creado para que cumpla una función específica de orden. Al ser el Principio Único la IDEA su creación es un Pensamiento realizado, manifestado.

El Principio Único creó su continuación y la llamó PENSAMIENTO. Eran pensamientos con vida propia. Este pensamiento se encargaría de ordenar, clasificar, analizar, desarrollar y comunicar todo el compendio de creatividad que emanaba de su centro. Así nacieron los primeros pensamientos. Ellos se miraron entre sí, se reconocieron como hermanos, y lo primero que hicieron fue estudiarse a sí mismos para saber si podían realizar las actividades encomendadas por el creador. Esos pensamientos eran los pioneros de nuestra existencia. Démonos cuenta que en su origen el pensamiento no tenía forma, aun no se había materializado, era como su creador energía Pura.

La primera experiencia de los seres pensamiento consistió en tener conciencia de su propia existencia; la llamaron vida. En un principio esta se generaba por movimientos incontrolados, pero a través de las vivencias, fueron dominándolos y uniéndolos a un nuevo elemento llamado deseo, que a su vez produjo otro al que denominaron ritmo. Este se desarrolló con cadencia y armonía, creando con ello la vibración, y este elemento generó los colores. Cada uno de estos tenía un significado diferente, y cuando los infinitos colores comenzaron a surgir, los hijos pensamientos descubrieron de dónde procedían.
Observaron pequeños y minúsculos cristales, que chocaban y se fundían entre sí formando figuras. Ellas surgían por el deseo, el ritmo, la vibración y el color. De esta manera nació un nuevo elemento llamado forma. Luego, el ser-pensamiento comenzó a ordenar y clasificar este conjunto de elementos a través de sus propias experiencias. Cuando unió los elementos unos con otros, obtuvo resultados insospechados que podían ser de gran utilidad o de menos utilidad. De esta forma se creó la diversidad, que correlacionó los datos creando el CONOCIMIENTO.

El cúmulo de información activó el ENTENDIMIENTO, y juntando los dos, generó la recopilación y la continuidad. Este resultado formó la causa y el efecto, y todo ese compendio informativo creó la sabiduría.

Hasta aquí, el ser-pensamiento estaba muy satisfecho de su investigación y trabajo; se sentía pleno de esperanza, porque estaba cumpliendo con lo que se había propuesto: ordenar de forma perfecta esa creación que crecía cada vez más.

Pero aquí ocurrió algo muy importante: A medida que mezclaba los elementos, nuevas experiencias surgían, con mayor o menor utilidad. El ser-pensamiento, abocado a tanta responsabilidad, no percibía ni daba importancia a las creaciones de menor utilidad: simplemente las archivaba, acumulándolas como desecho de la creación. Pero fue tanta la concentración de esos elementos desechados, que comenzaron a ocupar espacios destinados para los elementos útiles. Así y todo, continuaron sin darle importancia y dejando para más adelante la solución del problema. Ignorancia: no tenían el conocimiento de que, algún día, esas creaciones se volcarían contra ellos.

LA ENFERMEDAD
Los seres-pensamientos que se encargaban de mantener todo en orden —y sobre todo los que se encontraban muy cerca de esos elementos relegados— comenzaron a mostrar síntomas de desorden, falta de continuidad, debilitamiento y lentitud. Se contagiaron de algo que no reconocieron inicialmente, enfermaron.

Lo que ellos no sabían era que ese cúmulo de elementos descartados corroía, oxidaba, aniquilaba y transformaba lo sutil en denso, lo claro en oscuro, el ritmo en arritmia, las vibraciones altas en vibraciones bajas, etcétera. Asustados, los seres-pensamientos no sabían lidiar con ese problema: no tenían los recursos ni el entendimiento para ello. Comenzaron a tratar de rectificarlo realizando miles de experimentos, pero sin ningún resultado.

Mientras tanto, el Principio Único continuaba creando, desorbitadamente ajeno a toda esa realidad. En vista de esos problemas, los seres-pensamientos tuvieron que clasificar y ordenar nuevamente la realidad, habían surgido elementos contrarios y desconocidos. Ellos entendieron que esos elementos, a pesar de ser afines, no se podían mezclar, porque no eran iguales.

Mientras uno enfermaba porque era de colores oscuros, sin cadencia ni ritmo y daba resultados nefastos, el otro poseía ritmo, cadencia y colores claros. Los tuvieron que clasificar y separar: los llamaron energía de resultado positivo y energía de resultado negativo. Los seres-pensamientos del resultado negativo se sentían impotentes y desesperados. Comenzaron a percibir que sus reacciones ya no eran las mismas: su energía-pensamiento se había descontrolado.

Ellos habían sido creados perfectos, a imagen y semejanza del creador, y ahora la fealdad y la distorsión estaban invadiéndolos. Ya no podían trabajar y ordenar; sensaciones nuevas se iban apoderando de ellos; ya no reaccionaban igual que los otros. Se estaban densificando.

LA SEPARACION
Con pena y dolor, los seres-pensamientos que se habían mantenido sanos y útiles tuvieron que separarse de ellos, pues esa negatividad los podía contagiar.

Antes de separarse, los pensamientos útiles colocaron un cristal con toda la información dentro de la pineal de sus hermanos enfermos. Este cristal recopilaba toda la sabiduría que ellos tenían, toda la esencia del conocimiento y entendimiento, para que ellos jamás olvidaran y, si algún día llegaban a curarse, pudiesen recordar que eran hijos del Principio Único, que salieron de él y que regresarían a él.

Cuando los seres-pensamientos fueron separados, sensaciones horribles y vibraciones densas se posesionaron de ellos. El ritmo emitía ruidos espantosos; los colores dejaron de brillar y la oscuridad los envolvió. Sus formas se retorcieron de dolor, rabia e impotencia; sensaciones totalmente desconocidas los invadieron. Se había creado un universo paralelo, totalmente contrario y diferente del que conocían y al que estaban acostumbrados.

¡Cuánta soledad, cuánto dolor! Perdidos en la oscuridad de sus propios pensamientos, se sintieron abandonados, separados del centro y de su amado creador. Los seres-pensamientos positivos y útiles luchaban para recuperarlos. Nuevas experiencias surgían, se usaron infinidad de métodos y técnicas, mas fue inútil. Muchos se ofrecieron voluntariamente para experiencias de cura que no lograron su cometido.

A pesar de tanta soledad y dolor, los seres-pensamientos separados sintieron dentro de ellos un elemento desconocido: la fuerza. Era un elemento nuevo que los impulsó a continuar, y lo llamaron supervivencia. Sintieron que aún existían los conocimientos adquiridos, que el entendimiento y el deseo no habían desaparecido de sus pensamientos y que tal vez, con lo poco que restaba, ellos podrían liberarse de esa situación aparentemente sin salida.

Hasta la época actual el ser humano, aun sufre pensando que en algún momento de su origen perdió algo muy grande, se fragmentó, fue separado, fue arrojado de su paraíso. Esta es la respuesta y está ubicada en el principio de la creación. Hace millones de años. Una parte de nuestros antepasados enfermeran y fueron separados… de ese linaje venimos.

Ellos pensaron que lo primero que debían hacer era no desaparecer sino, por el contrario, vivir. Si el Principio Único los había creado a su imagen, entonces ellos lucharían con todos los medios disponibles para ocupar un lugar en esa creación. Así pues, se unieron, se reconocieron y juntaron importantes datos que cada uno de ellos aportó. Clasificaron las informaciones y las distribuyeron en grados y jerarquías. Separaron aquellas que se encontraban en peores condiciones de aquellas que estaban mejor, porque eran estas últimas quienes se encargarían de continuar. Aún podían hacerlo.

Estaban conscientes de su realidad; sabían que se encontraban distorsionados, sin luz del conocimiento, sin ritmo ni frecuencia. Apenas percibían los colores, mas ellos lucharían y no se dejarían vencer, más aún después de haber experimentado la grandeza de la creación y de su creador: el Principio Único. Sabían que habían perdido el paraíso, su cielo y su luz.

En medio de tanta desesperación, y al querer comunicarse con sus hermanos, los seres pensamientos negativos e inútiles descubrieron por azar que, si se alimentaban de los resultados útiles, mejoraban sus condiciones y retardaban el aniquilamiento de su existencia, determinando con ello la prolongación y la supervivencia.

Pero nuevos elementos surgieron: el robo, la maledicencia, la ambición, el engaño y la mentira se convirtieron en parte de ellos, enfermando aún más sus condiciones. No entendían que esos elementos dañinos empeorarían su enfermedad, llevándolos a un infinito sin retorno y hundiéndolos cada vez más en la distorsión de sus pensamientos.

Alertados, los seres-pensamientos útiles tomaron todas las providencias. Lo primero que hicieron fue proteger su origen, su centro y su eje, rodeándolo de todos los cuidados. De esa forma también se estarían protegiendo a sí mismos. ¿Qué hacer con los pensamientos que se habían enfermado? ¿Qué utilidad les podían dar?

Al no encontrar solución, decidieron algo muy trágico, nos pusieron en cuarentena, comprimieron esas energías hermanas y las archivaron en bloques, en cárceles de energía compacta, con la idea de estudiarlos, curarlos y darles una utilidad más adelante.

Después de tantas experiencias dolorosas y sin solución, los pensamientos útiles dejaron de experimentar con la energía de pensamientos inútiles. Se dedicaron a trabajar exclusivamente con la energía útil y con la sabiduría acumulada y entendida. De esa manera, sus resultados serían siempre positivos.

Mientras tanto, el Principio Único continuaba creando elementos, ritmos, vibraciones, colores, formas, cristales perfectos, leves, sutiles, transparentes, etcétera, tantos que comenzaron a chocar entre sí, produciendo descargas eléctricas de altísima temperatura y activando con ello movimientos incontrolados. Fue tanta la concentración energética de los cristales y el cúmulo de elementos, que ocasionó una explosión tan fuerte que miles de millones de cristales incandescentes fueron lanzados a distancias inimaginables, insospechadas y desconocidas.

Una nueva realidad se había creado: el Principio Único había nacido, se había expandido y estaba creciendo. EL Big Bang había ocurrido.

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